Sevilla y la Giralda

Visitar Sevilla implica una serie de visitas turísticas de obligado cumplimiento: la Plaza de España, la Torre del Oro y, por supuesto, la Giralda. Todo ello disfrutando de un paseo por la ciudad, la rivera del Guadalquivir y los otros muchos monumentos y actividades que la ciudad, ofrece. Si algo tienen los lugares turísticos es que parece que los conocemos sin haberlos visitado. Es tanta la información que podemos encontrar que, la asimilamos como cierta y asumimos que es así. Tienen tanta fuerza las guías de viaje o las páginas de turismo que hacen posible viajar sin viajar. Adentrarse en otros lugares con la imaginación. Esto es de gran utilidad cuando el lugar que queremos visitar está lejos de nuestro alcance y a gran distancia. Pero ese no es el caso de Sevilla y su Giralda, de la que vamos a hablar en este artículo.

Llegar a Sevilla es tan fácil como coger el Ave, en pocas horas estarás allí y puedes visitar lo más interesante antes de volver, en el mismo día. Aunque, evidentemente, la ciudad merece más tiempo. Hoy, vamos a centrarnos en la Giralda y todo lo relativo a ella, quizá porque me recuerda a un libro que leí hace años en el que la protagonista se empeñaba en subir por sus rampas a caballo. ¿Rampas? ¿No tiene escaleras? Pues no, esa es una de las peculiaridades de esta torre de casi cien metros.

Lo ideal para visitar este tipo de lugares es acudir bien informado o contar con los servicios de un guía turístico, una visita guiada o excursión como las que puedes contratar en Visitours, expertos en Sevilla y todo lo que en ella se puede encontrar. Mientras te decides a ir de visita a esta espectacular ciudad y subir por las rampas de la Giralda, yo te cuento algunas cosas. Aunque lo mejor es verlo en primera persona y vivir la experiencia in situ.

Sevilla y su Patrimonio de la Humanidad

Efectivamente, la Giralda de Sevilla es Patrimonio de la Humanidad desde mil novecientos ochenta y siete. Este símbolo sevillano, se compone de dos cuerpos totalmente diferentes, simbolizando la fusión de las culturas que han coexistido en la ciudad. A su vez, forma parte el conjunto que compone la catedral de Sevilla, Santa María de la Sede, otra obra arquitectónica de gran valor y riqueza cultural. La altura de la Giralda, asciende a noventa y siete metros y medio, sin contar la veleta. Como dato curioso, la Giralda de Sevilla, supera en altura al popular Big Ben londinense.

Esta espectacular torre, mira al norte donde se encuentra la calle Placentines y al sur, donde está la Plaza del Triunfo. Al este, es decir su derecha, la Plaza de la Virgen de los Reyes y al oeste, o su izquierda, el Patio de los Naranjos. Ahora que ya estamos ubicados, podemos adentrarnos en sus orígenes.

La construcción de la Giralda, se hizo bajo el mandato de Abu Yakub Yusuf, con la pretensión de contar con un alminar de la mezquita almohade del siglo XIII, al ser elegida Sevilla como sede para su corte en la Península. De aquella antigua mezquita, en la actualidad, solo queda la Giralda y el Patio de los Naranjos. Para su construcción se tuvo como modelo la mezquita Koutoubia existente en Marrakech.

La torre se compone de cuatro cuerpos decorados con el paño de sebka que se compone a su vez, de una superposición de rombos que se entrecruzan con los sus lados polilobulados. Levantada en ladrillo, su construcción sigue el modelo de torre dentro de torre, puesto que se forma por dos cuerpos unidos entre sí por sus famosas rampas. Los vanos, se abren al exterior con la intención de proporcionar la luz natural al interior, mientras que el cuerpo interior cuenta con siete cámaras que se superponen en altura.

En una versión inicial de la Giralda, se remataba con cuatro esferas de cobre que podían ser vista a varios kilómetros. Estas esferas, según los datos, fueron destruidas en el siglo XIV a consecuencia de un terremoto que sacudió la ciudad.

Leyenda y tradición cuentan que los musulmanes tenían la intención de destruir la Giralda antes de que esta cayera en manos cristianas en el año mil doscientos cuarenta y ocho. El por entonces rey, Alfonso X, decretó que por cada piedra que se le quitara a la torre, cortaría la cabeza a un musulmán, logrando mantenerla en pie. Un siglo y medio después, la Giralda fue convertida en el campanario de la catedral cristiana que iniciaba su construcción.

El campanario, se encuentra en el cuerpo cristiano que se añadió con posterioridad. En el siglo XVI, el arquitecto Hernán Ruiz, logró que la torre de origen almohade se fusionara adecuadamente en su parte superior con el campanario de estilo renacentista. Con esta acción, se creó una obra única y singular, mezclando los elementos clásicos como las columnas, pilares y cúpulas ligeramente mudéjares como resaltados de ladrillo y elementos polícromos que ejerce de enlace para conectar los diferentes estilos y conseguir esa fantástica visión de conjunto.

Por tanto, podemos decir que es en este momento en el que la Giralda adquiere su forma definitiva, la misma que se conserva en la actualidad. El nombre, se debe al elemento que se añadió por aquel entonces: el Giraldillo.

La transformación que sufrió la Giralda incluía un remate de cuatro pisos. El cuerpo de campanas renacentistas, se compone de piedra blanca y ladrillo. Se remata con cuatro jarras de azucenas en bronce en cada esquina. Estos ornamentos, se idearon para instalar luminarias con pequeños fuegos. El cuerpo superior, está configurado como un templete de tres alturas que parte de una base cuadrada y pasa a circular. Rodeando el cuerpo circular, una inscripción que reza “turris Frotissima nomen Domini” (el nombre del Señor es Torre Fuerte). Para culminar la obra, el Giraldillo, dominando Sevilla, escultura de bronce que cuenta con más de tres metros de altura, con una palma y un escudo que simboliza la el triunfo de la fe.

Dentro de la Giralda

Dada la altura, la ubicación y su peculiar construcción, no es de extrañar que la Giralda sea uno de los mejores miradores que posee Sevilla. El campanario y sus balcones orientados a los cuatro puntos cardinales permiten una panorámica espectacular de la ciudad. Entrar en la Giralda puede sorprender al comprobar su ausencia de escaleras. En su lugar, cuenta con treinta y cinco rampas de gran anchura que fueron construidas originariamente para que el sultán, pudiera subir sin esfuerzo a lomos de su caballo a contemplar su ciudad.

El campanario se compone de veinticuatro campanas, siendo el más numeroso del país. Dieciocho de ellas son de volteo y seis de golpe. Actualmente, la tecnología permite que sean manejadas por ordenador sin necesidad de que nadie suba a golpearlas o moverlas. Cada campana posee su propio nombre y tiene un tamaño diferente, siendo la de mayor tamaño la de Santa María Mayor. Pesa cinco toneladas y mide dos metros. Por el contrario, la más pequeña, conocida como Santa Cecilia, pesa ciento treinta y ocho kilos. La más antigua de todas, responde al nombre de Santa Cruz. Las más modernas son las seis que fueron refundidas en el año noventa y ocho cuando el campanario fue restaurado. Trece de las campanas tienen nombres de Santos y nueve de Santas (en aquel entonces no existía la paridad), las dos restantes, son la Santa Cruz y la de todos los Santos.

Tan glorioso monumento, cuenta con réplicas en otras partes del mundo, por lo que si vas a esos lugares, no debes dejar de visitarlas. Una de ellas se encuentra en Kansas City, ciudad hermanada con Sevilla que cuenta con su propia Giralda. Además, ciudades como Miami, San Juan de Puerto Rico, Lovaina en Bélgica o la Habana, que cuenta con una réplica del Giraldillo en el Castillo de la Real Fuerza, cuentan con su propia Giralda. Hasta los neoyorkinos tenían su réplica en el Madison Square Garden, pero esta fue derribada en los años veinte. Aunque no hay que ir tan lejos pues la madre patria, también tiene otras Giraldas repartidas: Badajoz, Arboc en Tarragona o Carmona son un ejemplo de ellas.

Como dato curioso, llegó a ser durante siglos la torre más alta de Europa, sus ciento cuatro metros de altura, Giraldillo incluido, superan al Big Ben con noventa y seis con tres metros y casi dobla a la torre de Pisa con sus escasos cincuenta y cinco. Su acceso sin escaleras y por rampa, cuenta con un tramo final de diecisiete escalones.

Poco más podemos añadir sobre este peculiar monumento Patrimonio de la Humanidad. Lo mejor es ir allí a contemplarla in situ. Entrar en ella y subir por sus rampas hasta alcanzar el campanario desde el que la panorámica de Sevilla es espectacular.

La Giralda de Sevilla es otra de las muchas muestras de la fuerza de la arquitectura musulmana que permanece hoy día en nuestro país. En este caso, símbolo de la fusión de culturas y recuerdo que España se construyó a partir de culturas.