Un viaje por el mundo del vino a través de sus curiosidades

Todo lo que rodea al vino resulta interesante. Como si de una cultura propia se tratara, el mundo del vino cuenta con anécdotas y curiosidades para todos los gustos, de todo tipo y condición que para muchos serán desconocidas. Sin embargo, es de dominio público que hacer mención al vino, denota cierta sofisticación, al menos eso le parece a una inmensa mayoría. No es lo mismo pedir una copa de Ribera en un restaurante que, pedir un refresco para disfrutar de una buena comida. El maridaje es otra de las cosas que se ligan al vino para ofrecer a los comensales, experiencias sensoriales a otro nivel. Aunque aquí, de lo que queremos hablar es de algunos aspectos curiosos que rodean a la cultura del vino.

Por lo visto ya está más que probado el hecho de que el cultivo de la uva, entre vides y viñedos se remonta al año seis mil antes de Cristo. Aunque según los entendidos, no se puede hablar de cosechas de vino hasta llegada la Edad de Bronce, allá por el año tres mil antes de nuestra era. Los numerosos estudios arqueológicos realizados, señalan a la antigua Mesopotamia como el lugar en el que sus habitantes a orillas del Tigris y el Éufrates, fueron los primeros en cosechar vino. Suponemos que lo que cosechaban era la uva para convertirla en el vino. Por otro lado, existen indicios de que la producción de vino se inició todavía antes, en el Cáucaso.

Difícil resulta establecer con certeza cuales son los origines del vino. Aun así, se considera que paso al Antiguo Egipto, gracias a la gran adaptabilidad que posee la vid, algo que nos confirman desde PlantVid, como expertos en viveros de vides y todo lo que con ellas se relaciona. Desde ese momento, la vid y su cultivo, se expandió por Europa y hasta ahora, ha dejado a su paso, un sinfín de anécdotas y leyendas que han ido impregnando la sabiduría popular.

Desde un milagro hasta un refrán

Creyente o no, seguramente te suene el milagro orquestado por Jesús de Nazaret, durante las bodas de Caná, cuando convirtió el agua en vino para deleite de los invitados. Con toda probabilidad hayas escuchado en más de una ocasión, ese dicho añejo que reza “envejece como el buen vino”, porque cierto es que el vino, envejece y en muchas ocasiones, para bien. Como parte del refranero español, “al pan, pan y al vino, vino. Pues en esta línea queremos seguir, para adentrarnos en el fascinante mundo del vino aunque ni siquiera te guste tomar una copa.

Algunas de las curiosidades del vino pasan por su simpleza, por ejemplo, todos los continentes del planeta, producen vino. Da igual sus condiciones e incluso su resultado, hasta en la Antártida es posible encontrar viñedos. Algunos vinos gozan de una excelente reputación, otros son verdaderos desconocidos, pero haberlos, hay los.

Para producir una botella de vino, cuya capacidad es de setecientos cincuenta mililitros, se requiere un kilo de uvas. Hablando de botellas, seguramente os habréis fijado en el culo de las mismas. En el mundo del vino, esa forma particular, se denomina picada y tiene una serie de funciones de las cuales citaremos algunas: mantener los sedimentos en los laterales del fondo de la botella; facilitar su agarre; y distribuir la presión del taponado.

En lo que a consumo respecta, aunque cabe esperar que el país que más vino consume sea Estados Unidos, incluso Australia o grandes productores como los franceses, españoles o italianos, la pala del consumo se la lleva el Vaticano. Bien mirado puede tener cierta lógica… las estadísticas señala que cada uno de los ciudadanos de esta ínfima pero poderosa ciudad, consume una media de setenta y cuatro litros de vino al año. Equivalente a más de seis litros de vino al mes o casi dos a la semana. Nada más que añadir.

Existe, por difícil que resulte de creer, un vino que ha sido madurado con partículas de meteorito. Un conocido astrónomo y bodeguero chileno, ha sido capaz de aunar sus dos pasiones para crear un vino de proporciones cósmicas. Se trata de un Cabernet Sauvignon llamado Meteorito, añejado con partículas de más de cuatro mil quinientos años de antigüedad que pertenece al cinturón de asteroides existente entre Marte y Júpiter. Seguro que se trata de un vino de otra galaxia.

Ya no sabemos si se trata de otra extravagancia o algo verdaderamente relevante, pero el caso es que existen bodegas submarinas. Para los amantes del vino no existe límite y tras encontrar botellas de vino procedentes de un naufragio con sus propiedades intactas, han descubierto que envejecer el vino en agua salada, es una genialidad.

Aunque muchos lo ignoren, debemos recordar que el vino, en realidad es incoloro. Como el vino que tiene Asunción que no es blanco, ni tinto ni tiene color. La bebida adquiere su tonalidad particular a raíz de la maceración, los pigmentos presentes en la piel de la uva y otras células vegetales.

Lo de brindar no deja de ser una anécdota curiosa que recordar: el brindis servía para demostrar que la bebida no estaba envenenada. En los banquetes se acostumbraba a chocar las copas con fuerza, provocando que la bebida saltase de copa en copa… en aquellos tiempos, el envenenamiento era parte de la rutina diaria.

Napoleón tenía un vino predilecto elaborado con uvas de Borgoña. Al final de su vida, cuando fue desterrado, recibía este vino especialmente embotellado para él. La muerte del emperador nunca estuvo del todo clara, aunque se cree que murió envenenado con arsénico que llego a su paladar en estas botellas de vino. Existen otras hipótesis, igualmente relacionadas con el vino.

Vacunas, dioses y plomo

Otro francés notorio como fuere Louis Pasteur, el descubridor de la vacuna contra la rabia, entre otras muchas causas, también contaba con su aportación al mundo del vino. Al ser estudioso de la fermentación, descomposición y acidificación del vino, a petición de los viticultores, logró combatir la fermentación láctica que producían algunos microorganismos. Pasteur, sugirió que con temperaturas de cincuenta a sesenta grados, se eliminarían las bacterias que podían agriar el vino. Ya sabemos de qué se trata: la pasteurización que fue probada por los productores de vino. Ante la incredulidad, los productores de vino experimentaron con dos barriles, uno tratado y otro sin tratar. Diez meses después, el barril pasteurizado retorno en perfectas condiciones, en tanto que el otro, fermentó.

El vino cuenta con unos cuantos dioses, de los que cabe destacar Dionisos, el dios griego del vino, las fiestas y la danza, el teatro y los excesos, etc. Su homónimo romano no era otro que Baco, en cuyo honor se acuñó el término bacanal para denominar las reuniones en las el pueblo se desinhibía mediante el vino, la fiesta y la música. Otro dios, en este caso diosa, es Hathor, diosa egipcia de la alegría, la música, el baile y el vino. La madre divina que para los egipcios, renueva todo lo existente. Sileno y Silvano, griego y romano, eran dioses menores relacionados con los efectos de la embriaguez. Si olvidar a Osiris el dios egipcio por excelencia, del vino y la cerveza. Este último, goza del título de haber dado las instrucciones para que los egipcios cosecharan la vid y guardaran su zumo convertido en vino.

Volvemos a personajes notables, parte de la historia como el vino, en este caso, hablamos de Beethoven. Este músico alemán, padeció al final de su vida de una enfermedad conocida como saturnismo o envenenamiento con plomo. Las investigaciones realizadas, apuntan a que el alejamiento de su estilos, la irrupción en pasajes más tristes y sus cambios musicales, podían deberse a esta enfermedad que le torno más melancólico. Es conocida su afición al vino blanco del Rhin, tanto como el hecho de que en aquellos tiempos, el vino se adulteraba con un compuesto endulzante derivado del plomo… quizá, fue intoxicado por su afición.

Aunque podíamos seguir con las anécdotas y curiosidades que rodean y siguen el mundo del vino, vamos a concluir con una sobre el champagne. Este vino espumoso que alcanza valores estratosféricos en el mercado, no es otra cosa que el resultado de un vino fallido. Durante la Edad Media y a lo largo de los siglos posteriores, en los monasterios era donde se difundía el cultivo de la vid. A finales del siglo diecisiete, Dom Pierre Pérignon, un monje benedictino ciego, pretendió elaborar un vino blanco, partiendo de uvas tintas de la región de Champaña. Decidió para su cometido, prescindir de sus pieles.

Lo que sucedía es que siempre aparecían burbujas en las botellas, a pesar de los múltiples y fallidos intentos de corrección. Con más frecuencia de la esperada, muchas de las botellas almacenadas, explotaban, por lo que su creador, le colocó el nombre de “vino loco”.  Curiosamente, el vino tuvo un gran éxito y se perfeccionó el sistema de almacenamiento con un cristal de mayor grosor y un tapón de corcho. Poco se sabe sobre si esto es realidad o ficción, aunque es cierto que es a este monje a quien se atribuye la invención del método para fabricar champán. No en vano, su nombre sigue presente en las botellas más caras y valoradas del mercado.