Tocar jazz es una de las experiencias más vibrantes que puede experimentar un músico. Interactuar con otros músicos, con la posibilidad de improvisar en mitad de una pieza, es algo enriquecedor. Esa sintonía y buen rollo que sienten los músicos al hacerlo se contagia al público que lo escucha.
El jazz es una música libre. Se basa en improvisar sobre una melodía y un ritmo de fondo. En el jazz todos los instrumentos pueden tener su protagonismo. Desde aquellos que conforman la base rítmica, hasta los instrumentos melódicos y solistas. En una pieza de jazz en directo nos puede sorprender de repente un solo de batería o del contrabajo, perfectamente integrado en la canción.
Tocar jazz no es tan sencillo como parece. Necesitas una cierta preparación. Máximo Mareca, trompetista de Barcelona, nos dice que para memorizar acordes, escalas y arpegios se ha apoyado en webs especializadas como cancionesdejazz.com. Y es que para tocar jazz bien tienes que estar preparado.
Estos son algunos consejos para tocar jazz:
Estudiar música.
Para interpretar jazz necesitas tener una cierta base musical. Se puede pensar que como el jazz tiene un fuerte componente de improvisación, con que te apañes un poco con un instrumento es suficiente, pero no es así.
Los primeros músicos de jazz tenían base de blues. Se atrevían a improvisar sobre la base rítmica de esta música. Conocían las escalas y los acordes, y eso les permitía frasear con ellos.
Muchos músicos formados en música clásica disfrutan desatando su creatividad al tocar jazz. Tiene asimiladas las melodías y al conocer bien su instrumento, todas las notas que pueden sacar de él, le sacan todo el potencial que pueden.
Lo bueno del jazz es que al ser un género libre, no necesitas una formación concreta para tocarlo. Me explico, puedes haberte estudiado en un conservatorio, en clases particulares, haberte formado con la música clásica, con el blues, con el flamenco o hasta con el rock y ser un buen intérprete de jazz. Paco de Lucía abrió la guitarra flamenca en los años 70, siguiendo la estela de otro gran guitarrista flamenco como fue Sabicas, y empezó a tocar con músicos de jazz, ofreciendo conciertos inolvidables. La banda de rock “Allman Brothers”, en sus inicios, allá por el final de los años 60, tocaban en sus conciertos como si fueran un grupo de jazz. Sobre una canción empezaban a encadenar improvisaciones. Su guitarrista, Duane Allman era un gran admirador de Miles Davis.
Practicar.
Todavía hay gente que piensa que interpretar un solo brillante improvisado es fruto de la inspiración. O que el músico que lo ha ejecutado tiene una especie de don, llámale divino, llámale innato. Nada más lejos de la realidad. Las improvisaciones llevan horas de práctica detrás.
Hay músicos de jazz que se tiran horas practicando una escala. No es extraño. En la música, a medida que más practicas, más interiorizas los conceptos hasta que se convierten en algo natural. Al final el instrumento parece una prolongación de tu cuerpo, una herramienta con la que comunicarte, emitiendo sonidos con él, como si estuvieras hablando. Para llegar a este punto, necesitas tener un bagaje de práctica considerable.
La música es una disciplina que nunca se termina de aprender. Cuando dominas unas escalas y unos acordes, buscas conocer otros acordes más complicados, para poder expresarte con más precisión. Los músicos son personas inquietas, ávidos de conocimientos, y saben que sus instrumentos tienen múltiples posibilidades. Hasta los músicos con un cierto nivel, recurren a clases particulares o a cursillos para ir perfeccionándose.
Escucha música.
Escuchar música es una forma de estudiar. Si quieres tocar jazz, escucha a los grandes intérpretes del género: Miles Davis, Dizzy Gillespie, John Coltrain, Chick Corea. Estudia como estructuraban los solos, como los integraban en la pieza, qué progresión empleaban. Escucha grabaciones de diferentes épocas de su carrera, para ver su evolución.
Su música te puede servir de referencia y de inspiración. Es algo natural, sucede en todas las ramas del arte. El pintor y escultor Miguel Ángel, el que pintó la Capilla Sixtina, se inspiraba en la escultura de la Antigua Grecia. En cómo abordaban las proporciones del cuerpo y cómo captaban el movimiento.
Miguel de Cervantes, el escritor, era un ávido lector. Leía cuanto caía en sus manos. Para escribir “Don Quijote de la Mancha” se inspiró en novelas de caballería como “Tiran Leblanc”. Estaba al tanto de la novela italiana que había surgido unos años antes y muchos de los recursos que empleaban, los aplicaba en sus textos.
Además de escuchar música jazz, escucha todo tipo de música. El jazz es una música abierta, y de cualquier estilo musical puedes captar elementos que te seduzcan y que puedas utilizar. Esta apertura musical es normal entre los músicos. El guitarrista de rock y blues Ry Cooder descubrió en un momento el son cubano y decidió marchar a Cuba para conocer a sus intérpretes, los reunió y grabó con ellos el disco “Buena Vista Social Club.”
Crea tu propio estilo.
La web de música Cifra Club recoge las declaraciones del saxofonista de jazz John Coltrain en el que declara lo importante que es que cada músico encuentre su propio estilo. Coltrain era famoso por ser un gran improvisador. Como hemos visto, la improvisación no le cayó del cielo, sino que era fruto de la práctica. En ese proceso descubrió que tenía una forma de tocar el saxofón diferente a los músicos de su época. Aprovechó esas diferencias y las desarrolló. Colltrain se encontraba cómodo sobre los escenarios tocando de aquella manera, y eso se percibía.
Esto es algo natural. A mí me gusta la guitarra y no he visto a ningún guitarrista que toque igual. Incluso interpretando la misma canción, unos tocan las cuerdas con más suavidad y otros las golpean con fuerza. Unos son más técnicos y otros se muestran más intuitivos. Hay gente que se siente más cómoda tocando la guitarra con púa y otros que utilizan los 5 dedos de la mano derecha, aunque toquen con guitarra eléctrica.
Por tanto, no tengas miedo a reconocer tus características propias como músico y desarróllalas.
Replica de oído la música que escuchas.
En el foro sobre jazz, jazzitis.com, un usuario que dice tener formación de piano en música clásica, aficionado al jazz, pide consejo a los otros usuarios para empezar a tocar esa música.
Dice que lleva años estudiando en el conservatorio y que le gusta mucho el jazz, pero que nunca se ha atrevido a tocarlo. El resto de los miembros del foro le recomiendan una serie de libros. De repente, uno de los participantes en la conversación le hace una sugerencia que me parece llamativa y que he querido recogerla en este artículo. Le indica: intenta reproducir de oído la música que escuchas.
Me parece interesante. Por lo general, el jazz no se toca con partituras. Parte de una melodía y se empieza a trabajar sobre ella. Un aspecto importante para tocar jazz es dominar la melodía base. Sobre esta melodía se van integrando fraseos y solos que la van desarrollando. Unos instrumentos responden a otros con sucesivas interpretaciones que encajan entre sí. No se salen del ritmo, ni de la melodía, más bien la enriquecen de una manera creativa.
Tocar de esta forma agudiza el oído musical. El músico reconoce las notas que ha interpretado su compañero y continúa tocando él como si de una conversación se tratara.
Imagínate que estás hablando con tus amigos sobre el último mundial de futbol femenino, y de repente alguien sale con el calor que hace en Sevilla. A qué no caja, ¿verdad? Pues lo mismo sucede en la música, y en concreto en el jazz. No es lo mismo leer música, aunque sea con una orquesta, en el que lo que se está haciendo es leer una partitura, como si se leyera en voz alta una obra de teatro, que participar en una conversación. Debes estar atento a lo que dicen los demás y responder con un argumento que esté en coherencia con el tema tratado.
Con esto no quiero desprestigiar ningún tipo de música, solo quiero remarcar que son dos procesos diferentes.
Toca con otros músicos.
Además de que el jazz es una música colectiva, tocar en grupo es una manera de aprender y de divertirse.
De esta forma acoplas tus habilidades con las de las personas que están tocando contigo y entre todos sacáis una pieza a delante. Podrás ver en vivo como tocan tus compañeros y aprender técnicas y recursos que puedes adaptar a tu forma de tocar.
La magia que desprende el jazz no se limita a las habilidades personales de cada uno de los músicos para improvisar, sino en la sintonía que hay entre ellos. Una sinergia que se percibe en la música y en el ambiente, seduciendo a los que escuchan.
Tocar jazz sobre todo es divertido para los que lo interpretan. Es un medio para dar rienda suelta a la creatividad, pero a pesar de ese carácter fresco que tiene, no debemos olvidar que requiere esfuerzo. Un esfuerzo que vale la pena.